Stella Accorinti, MIRTA (AMOR DE COSTURERA), capítulo 14
Boston, 4 de febrero de 2003
Querida Ioli:
Me quedé pensando en la parte del sueño, o en el sueño en el que vi a mi tía. Vos sabés que en un momento, yo tomo a Clarice de la mano, cruzo Chile, cruzo Pichincha, parece que tengo la intención de volver a tomar un taxi. Mi tía se queda en la vereda de la casa. Yo la miro interrogante desde la vereda de enfrente y ella me dice “de acá no puedo pasar”, y se seca las manos en el delantal. Ioli, sabés qué, ¿te acordás del poema a mi abuelo? Creo que nunca te lo mandé, ahí más que mi abuelo está mi tía, y recién me doy cuenta de eso ahora, escribiéndote esta carta. Es éste el poema:
dame la mano
(para carmine allá, para carmelo acá)
“hoy dijo la radio que han hallado muerto al niño que yo fu.”
llegaste, abuelo, en un barco maloliente,
olor fuerte de animal, tu ropa,
llegaste solo, solo.
la abuela quedó en italia.
llegaste, abuelo. más de veinte días de viaje
te marcaron el cuerpo, el rostro, el alma.
tenías… treinta años,
casi como yo ahora.
bajaste del barco, sudoroso, lleno de esperanza.
nadie te esperaba.
un amigo te recibió.
nadie te esperaba.
llegaste de los barcos,
viniste desde lejos
(la gran ilusión)
fare l’america.
fare l’america…
cuenta la historia
que me contabas cuentos
(sobre monos, cuentos sobre monos).
yo me acuerdo (eso creo)
que nos sentábamos en el zaguán
del conventillo,
a veces en la puerta
y vos me hablabas.
yo tenía tres años
¿te acordás, abuelo?
yo me acuerdo de tu gorra,
de tus ojos
y de tu cesto de vendedor de pescado.
dicen
(cuenta la historia)
que le vendías mariscos
a la mamá de evita.
¿te acordás, abuelo?
miráme, abuelo,
miráme acá sentada,
dueña de nada,
pero menos de mí misma
miráme, abuelo,
miráme desde esta foto.
estás en cuclillas,
con tu cesto al lado,
sonriendo, siempre sonriendo,
como yo.
dicen que comías mejillones
(así de grandes!)
crudos,
con limón,
mucho limón.
la abuela se enojaba con vos,
pobre viejo soñador,
porque te jugabas todos los mangos
a los burros.
miráme, abuelo.
dáme tu mano.
un instante, nada más.
¿puedo sentarme a tus pies?
dejáme que te acomode el gorro.
abrigáte con la bufanda.
hace frío.
no estoy llorando, abuelo,
estoy resfriada.
dejá que me suene la nariz
con este pañuelito.
ya está.
sacarse los mocos es fácil, abuelo,
lo difícil es sacarse el dolor.
estoy escribiendo este poema
en la clase sobre habermas.
temo que en cualquier momento
el profesor se acerque
(sin que yo lo vea)
y me saque las hojas
y grite,
grite como el maestro
de the wall.
abuelo: yo sé que te moriste.
yo lo sé, desde mis cuatro años.
mamá me hizo cruzar la calle.
entramos.
había un olor muy fuerte,
abuelo.
después salimos. te pusieron en un agujero.
y como yo era tu nieta mayor,
me hicieron tirar un puñado
de tierra,
el primero.
hizo un ruido feo, abuelo.
yo no quería tirar la tierra, abuelo,
no quería,
no quería.
abuelo: ayer fui al correo
para llevar sobres, muchos sobres con poemas.
son para concursos, abuelo.
concursos en europa.
aquí no tenemos nada, abuelo.
solamente el dolor.
chile (¿te acordás?)
chile 2308 ya no existe.
todavía hoy
cuando hablamos con sebas
decimos sólo así,
“chile”,
y ya sabemos.
el conventillo
no existe más.
ahora hay un moderno edificio.
yo no te puedo contar
cómo es,
porque no quiero
ir.
la tía tampoco quiere.
ella dice que la pierna,
que la vista,
que la vida
y no va.
trajiste la sangre, abuelo,
yo mando la letra.
tal vez, abuelo,
escribo con tu sangre y tu dolor.
nos cruzamos, abuelo,
para nada.
dejaste tu país
y éste nunca te quiso.
a mí tampoco me quiere.
me voy, abuelo,
me voy con la letra.
necesito vivir, abuelo,
para poder empezar
a morir.
Ah, mi tía, ah, la Isabella… Ella nunca debería haber muerto…
Ioli, el día en el que murió mi tía sentí que me inyectaban anestesia en el alma. ¿Alguna vez sentiste eso? Escribí esto ese día, y ya no volví a escribir más nada a partir de ese momento:
paráfrasis de Alejandra (a isabella de marianna)
dice que no sabe de la muerte de la madre
dice que no sabe de la letra del dolor
dice que la muerte no es la letra es el sentido
dice que la muerte no es la letra es el dolor
dice que no sabe de la madre de la muerte
dice que no sabe de la muerte del sentido
dice que no sabe del sentido de la muerte
dice que no sabe si la muerte ya se ha ido
dice que no sabe qué es la muerte
dice que no sabe qué es la muerte
dice que la muerte es el dolor
Ioli, tendrías que pintar a mi tía, estoy segura de que harías un buen cuadro de ella… ¿Qué opinás?
Contame cómo está todo por allá. Recibí las fotos del desfile de los Reyes Magos de Oriente en Barcelona. Qué belleza. Contame qué andás pintando en estos días. ¿Viste que se puede pintar sin pintar, o pintar el mismo cuadro toda la vida?
Te quiero mucho.
Mirta