CALLECITAS ESTRECHAS de una Carmen ENORMEEEEE a la luz de la luna, hoy al menos...
August 09A solas con Sócrates y la luna
Luna - 09/08/06 - 01:47 AM - Barcelona
Ésta es mi luna.
Mi luna de miope.
Mi luna de miope con gafas.
Me llevé a Sócrates a mi terraza. Le abandoné en la página 66 hace algunos días. Sócrates me pidió un poco de aire fresco y lo saqué a mi terraza, conmigo.
Me tumbé en la hamaca, y unos segundos después solo existíamos Sócrates y yo. Sócrates, yo y Stella, y su increible forma de poner en labios de Sócrates una defensa de la figura femenina que ninguna de las mujeres que conozco sería capaz de llevar a cabo.
Seguimos, Sócrates, yo y Stella. No sé que hora es, no me importa, no tengo prisa.
Un reflejo distorsionado me hace apartar la mirada de la página 100. Ya estoy en la página 100. He avanzado más en una noche que en una semana.
A los miopes nos sobran las gafas para leer. Por eso es habitual vernos, cuando leemos, con las gafas sobre la cabeza, a modo de gafas de sol, cuando no hay sol; solo luna.
Alzo la mirada y veo una luna enorme, distorsionada y enorme. Podría decir llena, pero se ajusta más el decir plena, plenísima.
Me pongo las gafas. Ahora la veo minúscula (es lo que tiene la miopía), pero nítida, tan nítida que duele.
Me paso unos diez minutos quitándome y poniéndome las gafas. Juego a ver la luna desde todas mis ópticas.
Miro a la luna. Pienso en Luna. Le mando un beso.
Entonces caigo en que la miopía, no solo nos distorsiona la visión sino también el entendimiento, en ocasiones. Y que la miopía es contagiosa, casi siempre.
Te veo distorsionado, te escribo distorsionado, luego tú... ves distorsionado y me respondes del mismo modo.
Hay días que agotan sin haber movido un dedo.
Hay días en que renuncias a la elegancia en pro de un desnudo integral del alma.
Hay días en que te dejas de tonterías y gritas, porque estás en tu derecho.
Hay días en que decides acordonar tu territorio y poner candado a todas tus puertas.
Sigo con Sócrates, la luna, Stella y yo. Sócrates ha cerrado la boca y dormita sobre mi pecho. Yo dormito sobre el pecho de la luna.
Y la luna dormita sobre el tuyo. Lo sé.
S.
(Del blog de Solvvinge, CALLECITAS ESTRECHAS,
http://alberoymar.spaces.live.com/ )
2 Comments:
Doctora O'connor, ¿pueden existir dos lunas sobre la tierra al mismo tiempo?
Llevo días sin dormir por no encontrar una respuesta satisfactoria.
¿Me puede usted ayudar?
Hola, Dra. O'Connor.
Desde la otra cara de la luna traigo un mensaje de Solvvinge para usted, pero me va a permitir que lo omita y que sea yo misma quien le transmita el impacto que su "Sócrates" ha causado en su persona desde esa noche que decidió perderse en sus páginas bajo el influjo de la luna.
Yo la observaba, a escondidas, colando mis pupilas entre las ramas de una buganvilla que antaño coloreaba los arcos de sus ventanas, y que ahora pide agua a gritos. Leía, completamente ajena a las voces que ascendían desde la calle, desgranando cada línea a medida que iba abriendo la boca.
¿Sueño? No, no dormía, ni tampoco intentaba atrapar una dosis de aire fresco de esa insoportable, por calurosa, noche de Agosto. Abría su boca porque conforme avanzaba en la lectura, empezó a ser consciente de que sostenía una joya entre sus manos.
Entonces empezó a hacer cosas rarísimas, realmente preocupantes. Alzó la mirada al cielo, la clavó en la luna y comenzó a jugar con sus gafas. Se las quitaba, se las ponía, sonreía, miraba a Sócrates, volvía a sonreír. Hasta la ví lanzar un beso al vacío!!!
Admito que no respiré tranquila, hasta que la ví quedarse dormida después de haber acercado a Sócrates a su pecho y cerrar los ojos.
Dra. O'Connor... ¿qué suerte de sortilegio camufló usted entre las páginas de su libro? ¿Volverá Solvvinge a ser la de antes? ¿Cree usted que despertará algún día de su encantamiento?
Fdo:
Una mensajera.
PD. No tengo palabras para darte las gracias por las dos joyas que hoy tengo en mi biblioteca. Por el bien de los lectores, y sobretodo por justicia (tal y como le decía a Alfonso hace unos días), espero que pronto vean la luz. En cuanto a ver mi entrada ocupando un trocito de éste universo tuyo, qué puedo decirte... me llena de alegría, y me hace pensar en qué corta se hace la distancia cuando hay una luna dispuesta a cargar con un beso a sus espaldas, lleno de agradecimiento.
Que ella te acompañe siempre, Stella.
Carmen.
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